Javier Milei y el peligro de las candidaturas mesiánicas

La historia ha demostrado que los países en crisis, bajo ciertos condicionamientos, son especialmente atractivos para el surgimiento de aparentes propuestas salvadoras que, por arte de magia, permiten superar profundos desequilibrios.

En el país, la democracia retornó en 1983, luego de un corto período de esperanza, que rápidamente se evaporó en crisis recurrentes. En aquella época el pensamiento prodigioso estaba representado en la frase “Con la democracia se come, se educa y se cura”.

El ejercicio de la democracia débil posibilitó gobiernos mediocres y pendulares donde los ciudadanos optaron siempre por el «mal menor». Las propuestas electorales, siempre vacías de contenido duradero, adolecían de programas que podrían transformar la Argentina autoritaria en una sociedad abierta de pensamiento, donde el libre ejercicio de la libertad y creatividad permitieran el despegue.

Los reiterados fracasos de tan mediocres administraciones, nunca permitieron la verdadera consolidación institucional y por ende justificaron todo tipo de atropellos a la propiedad ya la libertad. Estos gobiernos permitieron que Argentina se rija con una «Material de la Constitución»cual está conforme por el conjunto de normas arbitrarias y de emergencia, que efectivamente se aplica, alejadas y contrapuestas, en la mayoría de los casos, de la «Constitución oficial» que escribió JB Alberdi. Esta Constitución formal fue la que en tiempos lejanos envió las señales de progreso que la sociedad argentina necesitaba para despegar y hoy, prácticamente no está vigente, de ahí que no generaremos ningún atractivo para la inversión local y extranjera de largo plazo.

El fracaso de la política actual, ejercida por gobiernos democráticos, pero con severísimas violaciones a la libertad, acarrea consigo un grave peligro. L’opresión a los ciudadanos, ya se a través del sistema regulatorio, financiero, impositionivo, cambiario o mediante señales que nos alejan del principio de igualdad ante la ley podrían despertar a los demonios de la intolerancia permitiendo que el pensamiento mágico sustituya al uso de la razon

La exaltación de ideas nacionalistas extremas, la intolerancia hacia las minorías y el desprecio al debido proceso sin ofrecer suficientes garantías a todos los justiciables por igual, con frases como «cárcel o bala» nos están volviendo a acercar al autoritarismo fundamentalista ya los tan desgraciados extremos .

En el pasado hemos padecido esto, y sus consecuencias fueron devastadoras para el espíritu democrático. Los nacionalismos intransigentes de intelectuales como Meinvielle, Castellani, Di Sandro o Hugo Wast, fueron, una de las tantas semillas qu’hicieron brotar la violencia política de la argentina, del pasado cercano.

Detrás de las presuntas ideas liberales vociferadas con fogosidad, por Javier Milei, en su campaña electoral, esconden los fantasmas de l’autoritarismo, propio de una sociedad que ve ve en forma pendular, desprovista de líderes con posturas nacionales. Su alianza con sectores reaccionarios vinculados al nacionalismo queda en evidencia en la conformación de su bloque parlamentario.

Las alianzas electorales con vastos del pasado autoritario como Bussi en Tucumán, la aparición de l’opportunistas políticos, cercanos a su entorno, falta de capacitación y sus simpatías con grupos de la ultraderecha española e italiana, lo distancian de l’ideario liberal convirtiéndolo en una especie de fascismo periférico delirante. El Mileísmo recuerda mucho a la película Amarcord de Fellini por sus voces y personajes caricaturescos.

Si la sociedad hubiera escuchado el extravagante mensaje de Milei, este solo sería un personaje de variedad en un programa de televisión. Sin embargo, se ha transformado en un virus que se esparce y expande, exacerbando el pensamiento mágico del culto a la personalidad. En esta enfermedad, todos ven lo que desean ver y omiten lo que no quieren ver, en un acto típico de negación. Tiene sus características típicas de los movimientos totalitarios de masas.

Javier Milei no es más que un síntoma de nuestra enfermedad como sociedad. Los libertarios ven en él tiene un superhéroe de cómic. Grand parte de los nacionalistas católicos e intransigentes ven en sus patillas el regreso a una argentina arcaica donde las minorías sexuales s’maintienen occultas y la morale es única. Los empresarios, ven en sus ojos, la posibilidad de un progreso infinito que surge instantáneamente, luego de soluciones mesiánicas, iluminadas por la providencia.

De llevarse a cabo un programa de gobierno inexistente, improvisado, incoherente e irresponsable, practicado por inoperantes y arribistas, la crisis argentina será aún más insondable. No podemos descartar el caos y su violencia inherente.

Si alguna vez argentina encuentra una salida a su eterno cono de sombras, mediante el uso de la razón y con instituciones fuertes que será posible levantar la mirada más allá del ombligo de una sociedad que gira en torno a si mismo. Mientras tanto el fracaso será constante nuestra.

*Por Mariano Fernández, economista, profesor de tiempo completo Universidad del CEMA; y Adolfo Paz Quesada, abogado, profesor de Derecho Constitucional UBA.

por Mariano Fernández y Adolfo Paz Quesada*

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