Héroes de la Copa del Mundo de Argentina transportados en avión mientras la fiesta callejera se desborda

“Es una locura, es increíble, es lo mejor que te puede pasar en la vida”, dijo Matías Gómez, trabajador siderúrgico de 25 años.

“Es una alegría enorme ver a toda esta gente feliz, todos juntos, unos con otros, tomados de la mano, dándose abrazos, besos. Todos somos uno hoy.

El equipo había llegado en la madrugada del martes desde el aeropuerto de Ezeiza. Aunque eran alrededor de las 03:00 hora local (06:00 GMT), miles de personas esperaban con pancartas, banderas y bengalas y aullaban de alegría luego de que Messi y sus compañeros acabaran con la expectativa del país de 36 años de ganar la Copa del Mundo.

Para el mediodía, millones de personas ya se habían reunido en el centro de Buenos Aires, con las principales vías cerradas para el desfile. La gente ondeaba pancartas de Messi y del difunto ícono Diego Maradona, tocaba instrumentos o se subía a postes de luz o paradas de autobús.

Los caminos comenzaron a despejarse después de que los jugadores despegaran en helicópteros, y algunas personas se sintieron decepcionadas por no ver al equipo.

La capital de Argentina ha estado en modo fiesta desde una dramática victoria sobre Francia en la final del domingo en Qatar, que ayudó a enmascarar los problemas económicos de la nación sudamericana mientras lucha con una de las tasas de inflación más altas del mundo.

La victoria en la tanda de penaltis convirtió al país en campeón mundial por primera vez desde que Maradona levantó el trofeo en 1986 y tercero en la general.

El gobierno declaró el martes feriado nacional para permitir a los aficionados celebrar la victoria.

“Celebro cómo la gente salió a las calles a rendir homenaje a nuestra selección”, dijo el presidente Alberto Fernández en una publicación en Twitter. “Millones de argentinos en las calles, en un mes de diciembre insólito, que quedará para siempre en nuestros corazones”.

Mientras el autobús descapotable serpenteaba por la ciudad, los jugadores bailaban y vitoreaban junto con los fanáticos que rodeaban el autobús. La policía tuvo que detener a la gente para permitir que el vehículo continuara su lento viaje hacia el centro.

Pero al final no pudieron ir más lejos.